Casa Rodri: porrones y laterío
Ayer fue el cumpleaños de mi padre, el vermutero baratero, maestro en el arte de la tapa barata. Mis padres tenían cena pero al final se canceló, así que le llamé para ir ya de una vez por todas a Casa Rodri, Zaragoza. Mira que me lo había dicho veces y veces… «¿Vamos hoy?» «¿Dónde estás?, que yo voy camino del Rodri» y nunca podía. Y ¡ayer fue el gran día! ¿Por qué no había aparecido yo por allí antes? La verdad es que me fastidia llegar tarde a este tipo de bares auténticos, tascas de siempre, con porrones y carteles que prohíben hablar de crisis y enfermedades.
Encantada me he quedado con Casa Rodri: Pequeño, auténtico, y con parroquia fiel y entregada. Me gusta todo, desde la puerta metálica con su porrón dibujado, hasta los carteles de las paredes, la tarjeta de visita… Veo mucha coherencia y mucho buen hacer en este local, y eso me gusta. ¿Lo que más? Mira, cuando veo en una pizarra que tienen “laterío”… me emociono. Es de esas palabras de casa, de toda la vida, que me llegan y me atrapan. Aunque luego el laterío me lo tomo en casa… pero ya me han enganchado.
El ambiente también es muy de casa, prácticamente toda la gente que había este martes por la noche se conocía. Vi como todos se saludaban al entrar, como dos hombres pedían “un cuartico de vino” y desde la barra le respondía un amable dueño con un “aquí tienes el porroncico Manolo”. Tan de casa son que, a las 21h30, se bajó la persiana. Hora de cerrar, que hay que descansar.
Nos tomamos 2 cañas cada uno, un guardia civil (picante, por supuesto) para cada uno, tres anchoas pastoras (salmueras con queso rallado), y un torrezno en trocicos, por 18€.
Toma nota: los fines de semana no abren, sábado y domingo cierran.
Casa Rodri. Escosura, 15. Zaragoza. (Zona Av. Valencia)